¿Conoces a personas que comenzaron con muy poco y salieron adelante? Por el contrario, ¿has visto gente que parece tener todo a su favor, pero lo terminaron perdiendo? Ninguno de nosotros controla las circunstancias que lo rodean, solamente la actitud con la que las enfrentamos.
Aprendemos mucho de aquellos que demuestran la determinación para cumplir con lo que deben alcanzar. Sea una meta profesional, familiar, académica o en cualquier ámbito, tener la voluntad para ser lo que debemos ser y hacer lo que debemos hacer marca una gran diferencia. La tormenta o el viento a favor se convierte en un factor secundario. Lo determinante está en el corazón.
En el Nuevo Testamento encuentro el ejemplo de creyentes que tomaron decisiones radicales. Algunos frente a la persecución y otros frente a la tentación. Sus luchas genuinas quedan registradas para desafiarnos hoy en día. Uno de estos casos es la comunidad de Filipos.
Por supuesto, conocemos la carta que Pablo les envió. Sin embargo, existen otras menciones que arrojan un vistazo más a la vida de aquellos hermanos. Tal es el caso de 2 Corintios 8, donde son descritos como un testimonio vivo digno de imitar.
En el verso 1 leemos, “Ahora, hermanos, queremos que se enteren de la gracia que Dios les ha dado a las iglesias de Macedonia.” Macedonia es el nombre de la región donde se encuentra la ciudad de Filipos. Pablo desea que los creyentes en Corinto sepan acerca de lo que Dios está haciendo entre aquellos cristianos. Me parece que con mucha alegría cuenta acerca de su experiencia; es algo digno de compartir. ¡Es Dios obrando! Y son los cristianos respondiendo a ese mover divino.
Inmediatamente, aparece una descripción del contexto en el que se lleva a cabo esta acción de Dios. ¡Qué contraste! Uno podría imaginar que donde la presencia de Dios es palpable todo sin duda se ve de maravilla, todo es lindo, todo es color de rosa. Pues, no, no siempre lo es. Pablo relata en el verso 2 que los filipenses tienen algunas cosas en abundancia, y lo primero es tribulación. Esto no es cosa sencilla. Es aflicción, dificultad mayor. Luego, por si fuera poco, también tienen abundancia de pobreza. Cuentan con pocos recursos, muy limitados. Dicho sea de paso, ¿alguna vez has pasado por tiempos así? Problemas y escasez financiera, ¿cómo te sentirías? ¿Cómo podríamos llamar a eso el mover de Dios? Bueno, esta es solo una parte de la historia.
A pesar de la seria adversidad, hay otras dos cosas que abundan en los cristianos de Macedonia. Miremos todo el versículo 2, “En medio de las pruebas más difíciles, su desbordante alegría y su extrema pobreza abundaron en rica generosidad.” ¡Qué testimonio! Aquellos hermanos también tenían, exceso de alegría y de generosidad. No olvides, al mismo tiempo están allí la tribulación aguda y la pobreza extrema. Por fuera un entorno negativo, pero por dentro un corazón muy positivo. ¿Ves la gracia de Dios obrar?
Es sorprendente la actitud de los filipenses, y digna de imitar. ¿Cómo podemos nosotros también sobreponernos a nuestras circunstancias? ¿Cómo podemos tener alegría y dar con generosidad cuando solo hay problemas y escasez? La respuesta está en el verso 5, “Incluso hicieron más de lo que esperábamos, ya que se entregaron a sí mismos, primeramente al Señor y después a nosotros, conforme a la voluntad de Dios.”
Querido hermano(a), la clave no está en que cambie lo que nos rodea. Más bien está en que rindamos nuestro ser delante de Dios para obedecerle a pesar de lo que nos rodea. Verás la gracia de Dios obrar, verás cómo Él quiere y puede usarte, más allá de lo que puedas imaginar, cuando intencionalmente das un paso de obediencia. Esta semana procuremos que nuestro corazón esté alineado con la voluntad de Dios.